En
tu corazòn... un dìa
En
un lejano pueblo, muy cerca de donde vosotros vivís, donde la gente
era respetuosa de las leyes,
decentes, en una de sus calles, no recuerdo cual, vivía una chica con su abuela,
(señora de edad indefinida pero al verla, cualquiera vería que había vivido mucho).
Su nieta, chica joven, como mucho tendría diecisiete años, negro sus ojos, de figura fina.
Una vez a la semana, precisamente los Sábados al atardecer, la veían como salía de casa y encaminaba
sus pasos a las afueras del pueblo, deteniéndose a la orilla del camino que lo rodeaba, y allí se quedaba esperando.
Las señoras del pueblo veían como después de un rato, se detenía un camión, se abría la puerta,
la chica subía --
decentes, en una de sus calles, no recuerdo cual, vivía una chica con su abuela,
(señora de edad indefinida pero al verla, cualquiera vería que había vivido mucho).
Su nieta, chica joven, como mucho tendría diecisiete años, negro sus ojos, de figura fina.
Una vez a la semana, precisamente los Sábados al atardecer, la veían como salía de casa y encaminaba
sus pasos a las afueras del pueblo, deteniéndose a la orilla del camino que lo rodeaba, y allí se quedaba esperando.
Las señoras del pueblo veían como después de un rato, se detenía un camión, se abría la puerta,
la chica subía --
Algunos
veían como esta abrazaba y besaba al conductor, luego marchaban y se
perdían en el atardecer,
dejando
tras ellos una nube de humo y polvo que tardaba en desvanecerse.
A las dos horas el camión volvía, se abría la puerta, bajaba la chica, el camión se iba, y la chica se
quedaba mirándo hasta que la nube de humo y polvo se desvanecía.
A las dos horas el camión volvía, se abría la puerta, bajaba la chica, el camión se iba, y la chica se
quedaba mirándo hasta que la nube de humo y polvo se desvanecía.
Luego
cabizbaja, lentamente
encaminaba sus pasos a casa de su abuela.
Así pasó más de un año, cada Sábado, la misma chica, el mismo camión, la misma puerta que se abre,
el mismo conductor, el mismo abrazo, el mismo beso y la misma nube de humo y polvo que se desvanece.
Algunas señoras comentaban: "Pobre muchacha, debe tener mucha necesidad para tener que hacer eso".
encaminaba sus pasos a casa de su abuela.
Así pasó más de un año, cada Sábado, la misma chica, el mismo camión, la misma puerta que se abre,
el mismo conductor, el mismo abrazo, el mismo beso y la misma nube de humo y polvo que se desvanece.
Algunas señoras comentaban: "Pobre muchacha, debe tener mucha necesidad para tener que hacer eso".
Otras,
decentes ellas, decían: "No podemos consentirlo, y en nuestro
pueblo, y ante nosotras".
Mas otras añadían: "Tendremos que reunirnos para decidir que hacemos". "¡Qué descaro!.
Con el cura hay que hablar".
Se supo, por no se sabe quien, que de los hombres del pueblo, mas de alguno le ofreció a la chica dinero,
para que le hiciera no se sabe que favores.
Mas otras añadían: "Tendremos que reunirnos para decidir que hacemos". "¡Qué descaro!.
Con el cura hay que hablar".
Se supo, por no se sabe quien, que de los hombres del pueblo, mas de alguno le ofreció a la chica dinero,
para que le hiciera no se sabe que favores.
La chica ya no hablaba, ya no sonreía, ni siquiera salía
de casa,
solo ese día, Sábado al atardecer.
Un día, uno de tantos días, algunas señoras vieron como la chica
solo ese día, Sábado al atardecer.
Un día, uno de tantos días, algunas señoras vieron como la chica
encaminaba
sus pasos a las afueras del pueblo.
.--Pero
no era Sábado, tampoco era al atardecer.
"¡Cómo
es posible!": Dijo una mujer, y
añadió: "¿Es que ya no se conforma esta muchacha?".
añadió: "¿Es que ya no se conforma esta muchacha?".
"Ahora
no se podrá negar", decían los hombres
del pueblo.
Vieron como la chica llegó al camino, no era Sábado, no era era al atardecer, no habìa camiòn.....alguien vió que no
se detenía donde siempre lo hacía, sino que cruzaba el camino y se internaba en el prado por donde
pasaba el río.
Dos días mas tarde la encontraron,
del pueblo.
Vieron como la chica llegó al camino, no era Sábado, no era era al atardecer, no habìa camiòn.....alguien vió que no
se detenía donde siempre lo hacía, sino que cruzaba el camino y se internaba en el prado por donde
pasaba el río.
Dos días mas tarde la encontraron,
colgada
del puente que mas allá del camino, cruzaba el río.
Cuando la fueron a enterrar, en el cementerio a las afueras del pueblo,
Cuando la fueron a enterrar, en el cementerio a las afueras del pueblo,
a
la orilla del camino, toda la
gente del pueblo asistió, algunos a regañadientes, otros,
gente del pueblo asistió, algunos a regañadientes, otros,
por
que había que estar, aùn otros, para saludarse
ya que poco se veían, y uno que otro, por que era un acontecimiento,
ya que poco se veían, y uno que otro, por que era un acontecimiento,
ya
que en el pueblo nunca pasaba nada.
Los hombres, todos los del pueblo, todos ellos, resignados,
Los hombres, todos los del pueblo, todos ellos, resignados,
lamentándose
en sus corazones de no haber podido obtener de la
chica
los favores que tanto habían deseado,
(Pero
hablándo entre ellos,
cada uno se vanagloriaba de haberlos obtenido).
Mientras todos, tanto hombres como mujeres se decían de si mismos,
cada uno se vanagloriaba de haberlos obtenido).
Mientras todos, tanto hombres como mujeres se decían de si mismos,
lo
buenos y honestos que eran,
lo dignos y honrados, escucharon un ruido.
lo dignos y honrados, escucharon un ruido.
.--intrigados
dirigiéndo las miradas al camino vieron, que
se detenía un camión, el mismo camión, el mismo conductor.
se detenía un camión, el mismo camión, el mismo conductor.
"¡Qué
descaro¡", exclamaron algunas
señoras, "Presentarse aquí".
señoras, "Presentarse aquí".
Otra
dijo: "¡No hay respeto!".
Todos vieron como se habría la puerta, no la misma puerta,
Todos vieron como se habría la puerta, no la misma puerta,
si
no la del conductor, y bajaba un hombre
de mediana estatura con fino bigote.
Algunos vieron, que en su mano llevaba una flor,
de mediana estatura con fino bigote.
Algunos vieron, que en su mano llevaba una flor,
"¡Inconcebible!"
decían las mujeres,
"Tendremos que reunirnos para decidir que hacemos".
(las
mismas que nunca se atrevieron).
Hasta el cura del pueblo decía en su corazón:
"Esto
es un sacrilegio, tendré que informar".
Y los hombres del pueblo decían:
"¿Cómo
es posible que esta muchacha estuviese con
"esta cosa",
"esta cosa",
cualquiera
de nosotros es mas guapo que "esto".
Sin saber como ni porquè, cuando el hombre dirigió sus pasos,
Sin saber como ni porquè, cuando el hombre dirigió sus pasos,
acercándose
lentamente a los allí reunidos,
arrastrando
los pies, casi encorvado,
pareciendo
mas pequeño aún, estos, todos,
todos
le abrieron camino.
El hombre se acercó cansadamente a la tumba de la chica,
El hombre se acercó cansadamente a la tumba de la chica,
vieron
todos como se arrodillaba,
--algunos--como depositaba la flor que en su mano llevaba.
Las mujeres: sus bocas cerraron.
Los hombres: su corazón encogieron.
El cura del pueblo: quieto dejó su rosario.
Dos perros gruñendo por un hueso: dejaron de hacerlo.
El trinar de los pajarillos: cesó.
Hasta los árboles se inclinaron: para escuchar mejor.
Cuando todos--todos,
--algunos--como depositaba la flor que en su mano llevaba.
Las mujeres: sus bocas cerraron.
Los hombres: su corazón encogieron.
El cura del pueblo: quieto dejó su rosario.
Dos perros gruñendo por un hueso: dejaron de hacerlo.
El trinar de los pajarillos: cesó.
Hasta los árboles se inclinaron: para escuchar mejor.
Cuando todos--todos,
hasta
el mismísimo cielo escuchó al hombre decir:
"¿Por qué?...¿Por qué hija mía?".
"¿Qué va hacer ahora papá...
"¿Por qué?...¿Por qué hija mía?".
"¿Qué va hacer ahora papá...
sin
ti?
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